viernes, 10 de junio de 2011

EPOCA PREHISPANICA

                                   





Desde luego, la historia de nuestra m�sica debe comenzar con el arte sonoro prehisp�nico que, aunque desaparecido en su forma y apariencia inicial, ha influido en mil sutiles formas sobre la posterior evoluci�n de la m�sica en M�xico. Sin embargo, poco es lo que se puede decir respecto del substrato ind�gena de nuestro arte sonoro. Si bien el testimonio arqueol�gico, as� como el de los cronistas de la Conquista, indican que la m�sica ten�a gran relevancia en el mundo ind�gena, la m�sica prehisp�nica como tal sigue siendo para nosotros una "terra incognita", y probablemente conserve dicho car�cter para siempre, pues que sepamos no fue anotada, el mundo del que formaba parte fue violentamente destruido, y ya hace siglos que fue borrada por el viento.
Los hallazgos arqueol�gicos de instrumentos musicales ind�genas nos hablan de su naturaleza ac�stica, de su gran variedad y difusi�n, as� como de las diferencias que hab�a entre el instrumental empleado por las diversas culturas mesoamericanas, pero son incapaces de decirnos cu�les eran los principios formales, los procedimientos de composici�n a que se recurr�a para hacer m�sica con tales medios. Adem�s, no en vano ha insistido el music�logo Curt Sachs en prevenirnos contra el error -en que incurren incluso investigadores como Samuel Mart� o Robert Stevenson- de confundir la potencialidad de un instrumento con la m�sica que efectivamente se ha realizado en �l. Es decir, como la serie de sonidos obtenidos en un instrumento no necesariamente indica la selecci�n de sonidos, o si se prefiere, el tipo de escala b�sico que elegir� una comunidad cultural dada para hacer m�sica, la existencia de un instrumental aut�ctono, por muy sugestivas que sean sus caracter�sticas, no permite conclusiones certeras acerca de la m�sica tocada en �l en determinada �poca. (Un ejemplo caracter�stico de ellas: "Galaxias", una obra de H�ctor Quintanar, requiere una dotaci�n instrumental que no difiere grandemente de la normal, pero exige de los m�sicos formas de ejecuci�n ortodoxas y poco habituales, cuando no enteramente nuevas, que nada tienen que ver con la manera de tocar los instrumentos tradicionalmente establecida). 
                                    UBICACION GOEGRAFICA DE MESOAMERICA

                          

Mesoamérica (griego: μέσος [mesos], 'intermedio' )? es la región del continente americano que comprende la mitad meridional de México; los territorios de Guatemala, El Salvador y Belice; así como el occidente de Honduras, Nicaragua y Costa Rica. No debe confundirse con la región mesoamericana, concepto acuñado para denominar una región geoeconómica por organizaciones internacionales tales como la OCDE1

Mesoamérica es un área definida por la cultura. Esta región vio el desarrollo de una civilización indígena en el marco de un mosaico de gran diversidad étnica y lingüística. La unidad cultural de los pueblos mesoamericanos se refleja en varios rasgos que Paul Kirchhoff definió como el complejo mesoamericano.2 La definición de lo que se acepta como mesoamericano es objeto de discusión entre los estudiosos de esta civilización; sin embargo, con frecuencia se menciona en el inventario la base agrícola de la economía, el cultivo del maíz, el uso de dos calendarios (ritual de 260 días y civil de 365), los sacrificios humanos como parte de las expresiones religiosas, la tecnología lítica y la ausencia de metalurgia, entre otros. En su momento, la definición del complejo mesoamericano sirvió para distinguir a los pueblos mesoamericanos de sus vecinos del norte y el sur.
El desarrollo de Mesoamérica se extendió por varios siglos. Los especialistas discuten sobre la época que puede considerarse el "inicio" de la civilización mesoamericana. De acuerdo con algunas posturas, el hito inicial consiste en el desarrollo de la alfarería. Otros consideran que el primer complejo mesoamericano se desarrolla entre los siglos XV y XII a. C., período contemporáneo a la cultura olmeca. A lo largo de su historia, los pueblos mesoamericanos construyeron una civilización cuyas expresiones hablan de elementos compartidos por varios pueblos y rasgos que los distinguen entre sí.

                                                      CULTURAS PREHISPANICA 
                               
La relación entre el Estado tolteca y los reinos yucatecos ha desconcertado a los arqueólogos. El extraordinario parecido entre Tula y Chichén Itzá es el motivo de ello. Se ha sugerido que Tula colonizó la península de Yucatán; o que cuando la élite tolteca fue expulsada de la ciudad, sus vínculos con los itzáes (pueblo de filiación maya que vivía a la sazón en Campeche) les permitieron ocupar por la fuerza la ciudad de Chichén. En cualquiera de los dos casos, los recién llegados habrían decidido edificar una réplica de la antigua capital. La hipótesis contraria, sostenida por Piña Chan, convierte a Tula en una colonia y réplica de Chichén.

Sin embargo, es más plausible que el fenómeno de las ciudades gemelas separadas por cientos de kilómetros tenga una explicación similar a la ofrecida para el caso de la presencia teotihuacana en Tikal. Es muy probable que grupos migrantes, portadores de la cultura tolteca (o zuyuana, como la llaman López Austin y López Luján), se hayan instalado en Yucatán y hayan terminado por fundirse con los nativos y llegar a ocupar posiciones privilegiadas. Para legitimar su poder debieron recurrir a su antiguo vínculo con Tula, considerada la ciudad de Quetzalcóatl, y ello explicaría la presencia de ciertos rasgos típicos del Centro de México en las artes mayas de aquel tiempo.

La caída de Tula está relacionada con la misma inestabilidad política interna que había motivado su expansión. La ciudad fue semiabandonada, y muchos de sus pobladores huyeron hacia la cuenca lacustre de México, para asentarse nuevamente en al pie del Cerro de la Estrella. Al mismo tiempo, se producían nuevas migraciones, como la de los pipiles y nicaraos hacia Centroamérica, o la de los mexicas, hacia el centro de México.

Durante el periodo comprendido entre la caída tolteca (ca. 1100 d. C.) y la derrota de Azcapotzalco por Tenochtitlan (1430), hubo un vacío de poder, aprovechado por ciudades de menor envergadura que cobraron un nuevo y breve florecimiento. Entre ellas se cuenta Cholula, ciudad de añeja tradición y relacionada con el culto a Quetzalcóatl, y Culhuacán, que fue ocupada por refugiados toltecas.


                                           
A este periodo pertenece el tipo de plaza con un altar en el centro; al altar se sube por una escalera con frisos decorados a cada lado; los altos muros están inclinados, o en talud, y rematados por cornisas salientes.

A un lado de la plaza se construyó un gran basamento piramidal, compuesto por varios cuerpos inclinados superpuestos, revestidos de losas dispuestas en filas de cuatro. Al lado se construyó un edificio con planta de escuadra y pórticos sostenidos por pilastras recubiertas de losas. Los pórticos estaban contiguos a los edificios principales, que cerraban un lado de la plaza.

El edificio principal es el llamado Templo  (Venus como señora del alba, la Estrella Matutina), que es un basamento compuesto por varios cuerpos superpuestos, formados por bajos muros inclinados, o taludes y altas cornisas o tableros, con una decoración en relieve, a base de estuco, en la que predominan las procesiones de jaguares y coyotes en sentido opuesto, águilas comiendo corazones humanos y la efigie del hombre-pájaro-serpiente, es decir del dios Quetzalcóatl.

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